El granate malaya, a veces escrito como ‘Malaia’, es reconocido por su singularidad al ser una combinación de piropo y granate espesartita. Este preciado hallazgo de los años 60 obtuvo su nombre de la palabra swahili «Malaya», que se traduce como marginada o prostituta. Esta denominación, relacionada con la exclusión, se atribuyó al hecho de que en su momento los mineros tenían dificultades para comercializar esta gema, ya que no se ajustaba a ninguna categoría de granates existentes. Con el tiempo, el granate malaya ganó renombre gracias a su excepcional coloración, que abarca tonalidades hermosas como melocotón, rosa y hasta matices similares a los de los vinos selectos.
Además de su belleza, el granate malaya encarna significados profundos, simbolizando la pasión, la energía y la transformación positiva. Se dice que aviva la creatividad, fortalece la vitalidad y promueve el flujo energético a lo largo del cuerpo. Asimismo, se considera que esta piedra preciosa facilita la manifestación de deseos y objetivos.
Cabe destacar que el granate malaya es la piedra natal asociada al mes de enero.